viernes, 6 de agosto de 2010

Vivir sin Fe

Parece bastante más fácil no creer que creer. Puede parecer más sencillo, o más cómodo, en el sentido de que quien no cree no se liga a nada. En ese sentido es fácil. Pero vivir si fe no es tan fácil. La vida sin fe es complicada generalmente, porque el hombre no puede vivir sin puntos de referencia. No tenemos más que recordar la filosofía de Sartre, Camus, o de otros muchos, para comprobarlo enseguida.
La carga que conlleva la falta de fe es mucho más pesada. Tener fe es, en cierta manera, una opción. Elegir entre dos modos de ver la vida. Ambos modos -vivir con fe o sin ella- se presentan como dos posibilidades coherentes. Sin embargo, pienso que la razón y la observación de la naturaleza y del hombre llevan indefectiblemente hacia la fe. De todas maneras, al final hay siempre una decisión de la voluntad. Una decisión perfectamente compatible con que después uno pueda sentir a veces el atractivo de la otra opción.
La vida con fe es más esperanzada, más optimista, más alegre.

¿Está anticuada la Iglesia?
A ojos de muchos, la Iglesia aparece como algo anticuado, cuyos métodos se han ido anquilosando. Son muchos, en efecto, los que tienen esa extraña imagen. Pienso que si conocieran la fe y la realidad de la Iglesia con mayor profundidad, comprobarían que en la Iglesia sopla un aire fresco de novedad y de ideales grandes. Verían que brinda una espléndida posibilidad de transformar la propia vida.
Por eso es importante que los cristianos promuevan, por decirlo así, una cierta curiosidad por lo que significa realmente ser cristiano, y que fomenten el interés por contemplar la riqueza que la fe contiene, su variedad, su capacidad de resolver los problemas del hombre de hoy. Para descubrirlo hay que acercarse un poco, pues la fe se entiende mucho mejor cuando uno se pone en camino.
Algunos ven la fe como una simple coraza que el hombre se fabrica para sentirse mejor consigo mismo. La religión da respuesta a muchas preguntas y miedos que el hombre lleva consigo, y le ayuda a superarlos. En ese sentido, es cierto que ayuda a sentirse mejor con uno mismo. Pero aunque tenga esos efectos psicoterapéuticos, la fe no es eso, es mucho más.
En todas las épocas de la humanidad ha existido la tendencia del hombre hacia lo eterno, hacia Dios. Y de la misma manera que el hombre se siente mejor cuando lleva bien sus relaciones humanas, es lógico que sienta lo mismo, y con más intensidad, cuando lleva bien su relación con Dios.

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